23/3/11
Salgo a la calle y mientras paseo al perro, el sol plateado, aún no dorado, me da en la cara. Un olor a hierba mojada, y las gotas de rocío reluciendo gracias a la luz tímida que lo baña todo. Hace un poco de fresco y me cubro las manos con las mangas de la sudadera. Camino despacio, porque hoy no, hoy no tengo ninguna prisa. Pienso en sentarme, lo hago. Abro mi libro. Mientras, Sito, mira los coches. Yo poso la mirada sobre la primera palabra de la página. Respiro, miro al frente, a los árboles. Al cielo. El ruido de los coches, aunque artificial, monótono y somnífero. El ruido de los pájaros, del viento moviendo las ramas de los árboles. Supongo que ha llegado el momendo álgido del día.
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