3/4/11

El drama de las familias.

El drama de las familias. Mother, do you think they'll drop the bomb. El drama de los hijos, adoptados o naturales. Mother, do you think they'll like the song. Se oyen las risas provenientes del salón. Mother, do you think they'll try to break my balls. En la habitación sólo se oyen suspiros y puñetazos de rabia contra las paredes. Mother, should I build a wall. La misma canción de siempre. Mother, should I run for president. Siempre los mismos sueños construidos por ellos, y el sentimiento de alienación ante la vida precocinada que te han puesto en el plato. Mother, should I trust the government. Alguien da vueltas en la cama, no puede dormir. Mother, will they put me in the firing line. Las gotas frías resbalan desde tu pelo hacia la cerámica, marcando el ritmo del silencio. Mother, do think she's good enough for me. Sollozos y mentiras, desengaños al verse crecido y descubrir que ellos no son lo que tú pensabas. Sólo son dos pobres desgraciados que se disfrazan de “padre” y “madre” mientras creces, ocultando que en realidad eso sólo es un título ajustable a cualquier persona, a cualquier miserable que puedas encontrar tirado en la calle. Mother, do think she's dangerous to me. Sólo intentan hacer de nosotros lo que ellos no fueron, no pudieron ser, por culpa de otros dos “papá y mamá”. Mother, will she tear your little boy apart. Lo cíclico, el pez que se muerde la cola. Oh, mother, will she break my heart. La misma canción de siempre.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Padres que ven a sus hijos como una prolongación de sus sueños fracasados, como una oportunidad nueva de redimir los errores de los que nunca pudieron aprender nada. La insipidez de su pasado y la previsible certidumbre de su futuro les llevan a creerse dueños del presente de quienes trajeron al mundo. Déspotas. Irónicamente será toda la plasmación de su fracaso lo que haga de sus hijos el mismo fracaso años después. La misma historia con final indeseable, sin importar cuantas perdices haya sobre la mesa, puesto que sabrán que, las quisiesen o no, en el fondo nunca tuvieron la posibilidad de rechazarlas.

Hijos que nunca serán más que avatares de espejismos existenciales a sus ojos, seres de inmadurez perpetua y necesidades permanentes, alguien tan incapaz de ser que no se puede sino decidir por él hasta el más banal de los aspectos de la vida; para que sepa explotarla como es debido, pues de todos es sabido que los hijos no saben nada.

Padres que creen que su generosidad absoluta sólo puede compensarse con la más servicial de las pleitesías, la que consiste en consagrarles hasta el destino. A saber si por malicia o por ingenuidad, padres que mienten y se mienten, negando la oscuridad de esas intenciones revestidas de amor prístino.

Padres e hijos que se miran sin conocerse realmente. En algún momento la mentira se rompe y deja de tener sentido el mantenerla, al menos, claro hasta que sea uno mismo el encargado de engañar.

Hijos que serán padres y padres que serán polvo. Vuelta a empezar.

Tú lo has dicho. El drama de las familias.

Andrea Dorantes dijo...

Gracias por comentar/contestar a lo que publico, por tu estilo al escribir me da que eres el/la otro/otra que comentó en la entrada acerca de la crueldad de la humanidad :)

Anónimo dijo...

Pues ala, a ver si adivinas quién soy.

Andrea Dorantes dijo...

Lo dudo, soy bastante inepta

Andrea Dorantes dijo...

Ahhhhhhhm...YA SE
Tu...¡¡¡ERES EL ESCRITOR@ DEL LAZARILLO DE TORMES!!!