12/12/11

En mi época, cuando yo era joven, pregúntale a tu hermana, o a tu prima, respétame que para eso soy tu padre, creo que nunca te he pedido nada, tu madre dice que pienso como un viejo, qué bonito, ¿eh? Tu madre nunca ha tenido una educación, no sabe comportarse delante de los demás. No metas a mamá en esto. Si no la meto... Ah, que que no haya tenido madre es que no ha tenido educación, qué bien. Pues sí, ojalá supieras cosas. Qué cosas. Cosas.

Grandes agumentos paternales. Qué grandes, qué respetuosos, qué honorables, qué gran herencia cultural intentan transmitir. Qué honestidad al hablar de mi madre a sus espaldas. Qué grande se debe de sentir cuando la ve llorar. Qué enaltecido debe de sentirse al tergiversar los hechos. Qué bien se siente uno omitiendo sus errores. Yo nunca erro, yo soy perfecto. Yo doy una buena educación a mis hijos. ¿Buena educación? ¿Una educación basada en el siglo VEINTE? ¿Siglo de injusticias, desigualdades, maltrato de género, rebajamiento de la autoestima de tantas personas, de tantas madres, mujeres, hermanas, hijas, que sólo sirven para SERVIR?
Ah, ésa es la gran herencia cultural que me intentas transmitir.
Pues tranquilo, que en cuanto pueda me voy de esta mierda de país crecida entre rencores y enemistades patrias. Lo único que me duele es dejar aquí a ésa madre sin educación. Pobrecita, como no tuvo madre, no ha tenido crianza. No ha estado levantándose a las seis de la mañana para preparar la comida de sus tres hermanos y de su padre. No. No ha estado planchando y lavando, y cuidando y alimentando y fregando y barriendo. No. Eso no importa.
No creo que me haya servido de nada ese discursito que te has marcado.
Pero gracias por el intento.

No hay comentarios: