10/1/12

Magic

Ayer, sentada en el metro, le dí unas monedas a un mago, que ofrecía sólo unos minutos de su arte a cambio de nada, o de todo. El resto de pasajeros le miraban con el cejo fruncido, e incluso alguno, con asco, no se dignó a recoger uno de sus objetos del espectáculo, que se le había caído al suelo.
Le dí dos monedas de veinte céntimos. Pero creo que lo que más le gustó fue mi sonrisa, sincera, una sonrisa de niña pequeña, y él a cambio me obsequió con las mejores palabras del día: Muchísimas gracias, señorita.

No hay comentarios: