No me puedo creer que acabe escribiendo sobre esto. No puedo creer que escriba sobre algo tan tópico. Algo tan obvio. Tan cotidiano. Pero escribo para deciros esto, mil veces aconsejado, mil veces contado. Quered. En la felicidad uno se eleva, pero se acostumbra a vivir ahí. El ser humano se acostumbra muy rápido a los cambios. A los buenos, más aún. La extrema felicidad se convierte en algo normal. Entonces la tontería más nimia significa un drama. Ya que lo normal, como digo, es esa felicidad extrema. No recordamos cómo era sufrir algo real, no recordamos cómo era la vida antes de todo aquello. Pero sí, eso se pierde, en algún punto deja de existir. Cuán grande es entonces la ausencia, el hueco, el hoyo, el espacio, cuánto duele esa falta, el vacío, el agujero, duele hasta retorcerse, llora hasta gritar "cómo podía ser antes todo de ese modo".
Quered. De verdad. Ya lo sabéis, sé que lo sabéis. Pero saberlo no implica aplicarlo. Quered, regalad, despertad, sonreíd, saltad, bailad, disfrutad de esa felicidad. Por favor. Hacedlo por los que no éramos conscientes. Aprovechadlo, por favor. Os lo suplico. Hacedlo por los soldados caídos en la batalla. Lo sabéis. Pero, por favor. Quered. Vivid.
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