31/10/14

Tu nuca.

Tu nuca se desdibuja, tu nuca late a unos palmos de mi cara. El pelo nace en ella simétrico, es el orden lo que reina en tu piel. Siento cómo mi mano, cómo mis dedos cruzan ese espacio, esos palmos y se entretienen acariciando tu pelo, la piel de tu nuca que se eriza y acoge mi tacto. Siento que la distancia se hace nula, observo callada cómo estás a un palmo, cómo mis dedos se pasean de nuevo por tu cuello palpando las formas, como si ciegos quisiesen adivinar el cráneo pensante, la criatura que palpita bajo esa piel. Instintivamente se entremezclan con tu pelo, erizado, sí, y tocan algo que es nuevo y a su vez es antiguo, conocido, vital; es algo ya intuido, pensado, sentido, como si volver a nacer y encontrarse, como si repetir esto y lo otro una y otra vez, como si vivir en un círculo, como si tu nuca siempre hubiese pertenecido a mis dedos, como si tu tacto siempre hubiese sido de mis huellas dactilares, hechas para tocar, de nuevo, tu nuca, creadas con ese fin cíclico y constante, una y otra vez, en esta y otra vida. Y no nos separan más que moléculas que ocupan un palmo de distancia.
Porque de nuevo estás a un palmo de distancia, y siempre lo has estado, y este uso primigenio de mis manos contra tu piel siempre ha sido pensamiento, y ahí permaneces, a esa distancia infranqueable, mientras imagino y no siento, mientras especulo y no toco, mientras ideo, sueño, evoco y no percibo, y no noto, y no te encuentro.

No hay comentarios: