El ser humano se descubre a sí mismo en el deseo hacia el otro. Los cuerpos empalidecen ante el brillo de los ojos enamorados que emana de la psique. Para Platón, la contemplación del alma solo puede ser a través de la mirada correspondida. El deseo que se apodera tanto del alma como del cuerpo es una forma de delirio, cuya insatisfacción eleva la existencia de los seres hacia lo intangible. La capacidad de contemplar la belleza del ser amado tiene que ver con la contemplación de la belleza de las ideas; el delirio amoroso es similar al delirio intelectual, que se apodera del alma del filósofo en su búsqueda del saber.»
Texto extraído de la exposición Mediterráneo. Del mito a la razón. en Caixaforum Madrid, noviembre 2014.
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