2/11/14

Tus dedos; mi mano.

Era el otoño.
El Sol nos acogió en su seno
éramos sus inocentes habitantes
nos bañaba con sus rayos, bendiciéndonos con su luz

Y en ese calor tus dedos recorrieron la piel,
la dura superficie de mi mano
Mi palma se bañó de oro
que acogía tu calor,
se vencía ante tu tacto
Cada dedo recorría una grieta por la que
asomaba la herida palpitante
que de a poco curaba
que de a poco se iba cerrando
que de a poco cicatrizaba
dejando caminos sinuosos que se entrecruzaban
al paso de tus yemas,
de tus huellas que cabalgaban en mi mano;
como si nadie más
como si solo existiese lo que el Sol toca
y lo que tú tocas,
como si solo ese instante
como si solo ese lugar.

No hay comentarios: