5/12/14

Qué guapa estás cuando lloras

"Qué guapa estás cuando lloras", dijiste mientras sujetabas mi mano herida sobre tu mano herida, ambas despegadas, cortadas por la piel que las unía, y ahora lloran sangrantes, contiguas pero no juntas, cercanas pero no una. Dijiste aquello aquella tarde, mientras mi jersey amarillo se empapaba de lágrimas, mientras ambos llorábamos pero tú aun tenías el valor para atreverte a decir "qué guapa estás cuando lloras", para qué ya, ya con qué motivo sino el de ahondar la herida de mi mano, sino el de rasgar aún más mi piel. Y entonces eso es lo que tengo, estar guapa al llorar, tener ojos brillantes que brillan de dolor, tener mejillas sonrosadas enrojecidas de sangre, tener labios hinchados llenos de rabia. Ser esa flor en un jarrón, esa flor cuyo tallo está cortado, esa flor separada ya siempre de su raíz por el filo cruel de la tijera, que se ve morir y sin embargo al contacto con el agua reflorece, vive y agota su belleza ardiendo, incendiándose en los últimos instantes de existencia, cuando ya nada la ata a la tierra y flota en ese agua que puede ser mar, puede ser lágrima o río, océano o tristeza.

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