Continúo mi vida diaria con normalidad. No pienso, intento vivir cada instante simplemente. No me detengo en pensar en el futuro. Cuando mi mente se escapa hacia esos planes de futuro, sacudo la cabeza, intentando disipar esos pensamientos. Bajo del tren. Bajo unas escaleras, y en las de enfrente creo verte. Veo cuatro centímetros cuadrados de pelo ensortijado y ya creo verte. En ese momento no hago el balance de las posibilidades que haya para que tú estés en una estación de tren tan alejada de tu casa y de tu vida. Simplemente creo verte. Pero cuando esa persona baja un escalón más, todas mis ilusiones desaparecen, no eres tú. Sólo es un viajero más. Salgo de la estación.
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