La locura me invade, ocupando ese lugar vacío a la altura del corazón. Me mueve a voluntad, me lleva, me trae. Mi éxito de-cae, como las hojas ya caducas en meses como éste, y se precipita hacia el vacío. Una voz sustituye a la mía, haciendo que salgan por mi boca palabras que no deseo. Pienso y actúo. No, no pienso, sólo actúo. La histeria entra y nunca sale, se pasea. Me pasea. Como si fuese Mr. Hyde en el cuerpo del Doctor Jeckyll. Y en momentos cómo este -yo, Jeckyll- me pregunto desde el lugar más profundo y escondido de mi cuerpo, por qué me encuentro escribiendo estos diálogos, quizás monólogos, de loca, de túnel, con o sin salida.
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