Augh, iba a echar el corazón por la boca.Casi nunca hablábamos por teléfono, si podíamos evitarlo. Supongo que era por no hacer más tangible nuestras respectivas ausencias. Para no recordarnos que no estábamos juntos, y que por ello debíamos comunicarnos a través de un frío y absurdo teléfono. Por ello, preferíamos no saber nada uno del otro mientras durasen esas ausencias. Aunque el dolor más profundo atacaba por las noches. Era todo un sufrimiento dormir solo, en una cama de 90cm que se me antojaba tan grande como el océano, y tan solitaria como yo misma. Entonces era cuando notaba algo en la garganta.
Ilustración de Benjamin Lacombe
No hay comentarios:
Publicar un comentario