De un año hasta aquí, de un tiempo a esta parte, vivo como en un sueño. No sueño como "idílico", sino como ensoñación, como algo que no parece real, para bien o para mal. Mi vida ha pegado un cambio de ciento ochenta grados. Como si me hubiesen cogido de los hombros y me hubiesen puesto en otro mundo paralelo, en mi misma casa, en mi misca ciudad, pero en otro planeta. Con otros valores, otras preferencias, esta vez con fuerza, con valentía a hacer otras cosas. Si alguien me hubiese dicho: "oye, en un año vas a haber visitado Verona, Amsterdam, Londres, Barcelona, acompañada de personas que ahora no lo son, pero que serán muy especiales para ti. De aquí a un año te verás encaminando tu futuro hacia algo concreto, visitarás otros ambientes, conocerás a otra gente y te gustarán otras cosas. Bueno, otras no, pero ampliarás tus horizontes de forma inaudita. Te emocionarás tanto en un concierto de cantautores que ni conoces, como viendo una película basada en la vida de Allen Ginsberg, poeta que tampoco conoces, si acaso de oídas, y del cual no has leído nada. Se te abrirá el alma para creer en ti misma, en la superación y en el amor "al prójimo". Por una vez en la vida serás ordenada, estudiarás y te organizarás debidamente. Utilizarás el Imperativo Categórico a diario, te propondrás metas más altas. Y las conseguirás."
Pues si me hubiesen dicho eso, obviamente, no lo habría creído. Me parece que me he alejado tanto de mis estupideces y mis miedos, que día a día pienso "es como un sueño, Dios, pero bueno, está bien".
Como quien sueña realmente y se sabe soñando, pero piensa "Bueno, a ver qué pasa".
No hay comentarios:
Publicar un comentario