Las letras flotan, quietas,
como aves,
en el cielo.
Hace exactamente ocho meses y cinco días que te escribí eso en un mensaje privado, a modo de broma para rebajar la tensión que me suponía escribirte, intentando esconder detrás de cada palabra que te iba a echar de menos en ese viaje que comenzaría al día siguiente.
Eran tiempos veraniegos, frescos, de lectura y relax, de camiseta de manga corta y exposiciones de fotos en el Reina Sofía. De tormentas de verano, y de ¿Y para cenar? ¡Tortitas! ¡Pero sin nata, por favor!
De leer On the road, bueno, de ir corriendo a comprarlo el día anterior al viaje para así acordarme de ti cada día de esa semana. De esa semana en la que estuve y me mantuve lejos. Esperaba a cada momento una palabra tuya, un "algo" tuyo. En ese viaje tuve mucho tiempo para pensar. Pensé, y tras mucho pensar, mi conclusión fue "No voy a pensar más".
Días después vi que me había equivocado, que esto era recíproco.
Tus besos, tus dedos, tus ojos, tu pelo, tus miedos, tu risa, tu encanto, tus celos. Lo bueno, lo malo, todo me lo quedo, se van a hacer cortos cien años enteros.
/Letra de "Cien años enteros", de Mi pequeña radio.
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