Siempre era lo mismo. El mismo horror. Cada vez que tenía que volver a España, y Él tenía que quedarse allí, en Dublín, las mismas conversaciones tontas reaparecían, y lo único que conseguían era alargar más la despedida. Siempre las mismas ocurrencias ilusas de escapar juntos a algún desierto de los E.E.U.U. y vivir de lo que se pueda. Siempre las mismas lágrimas -tímidas al principio, no tanto después-, y los mismos besos fríos, rápidos y cuyo tacto no duraba demasiado tiempo sobre los labios. Siempre lo que parece un ritual macabro que repetíamos sin cesar. Siempre la pesada presencia de lo irremediable.
-Odio este momento -decía yo-.
-Ya...
-Odio cuando toca volver a casa. Lo odio -lograba decir con voz ahogada, mirando hacia otro lado-.
-No quiero que te vayas -dice Él, con voz compungida.
-Bf, ni yo. Pero eres tú el que se ha ido.
-¡Quiero volver! Jo... ¿Y si nos escapamos juntos? A Arizona, y vivir sin saber nada del mundo, y sólo vivir y estar...
Corría a abrazarlo, para que se callase, para que no siguiera hablando. Entonces era cuando me devolvía el abrazo, y yo lloraba, y él me besaba las lágrimas en silencio, no había nada más que decir. Nada que acalle la rabia muda que causa este año de distancia internacional, que tres días juntos al mes no pueden acortar. Y nos dábamos el último beso, como con miedo. Rápido y torpe, y yo me iba hacia el control de equipajes. Y nos decíamos adiós con la mano, llorando los dos, siempre.
Después, casi nunca hablábamos por teléfono si podíamos evitarlo. Supongo que era por no hacer más tangibles nuestras respectivas ausencias. Para no recordarnos que no estábamos juntos, y que por ello debíamos comunicarnos a través de un frío y absurdo teléfono. Por ello, preferíamos no saber nada uno del otro mientras durasen esas ausencias. Aunque el dolor más profundo atacaba por las noches. Era todo un sufrimiento dormir sola, en una cama de 90 cm que se me antojaba tan grande como el océano, y tan solitaria como yo misma. Entonces era cuando notaba algo en la garganta. Augh, iba a echar el corazón por la boca.
/Es una redición realizada por Pablo y yo de un texto que ya subí, porque lo utilicé para presentar un trabajo de Narrativa Audiovisual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario