5/9/11

¡Hasta mañana!

-¿Voy mañana por la mañana a tu casa y me quedo a comer?
-Sí, ¡genial!
-Vale, intentaré despertarme temprano e ir rápido para allá. 
-¡Hasta mañana! -respondí yo, con extremada alegría y colgué, sin dejarle despedirse, sin dejar que añadiese ni una sola palabra más-.
"H-a-s-t-a-m-a-ñ-a-n-a", me recocijaba en cada letra, cada sílaba. Y es que era toda una suerte poder decir aún esas dos palabras. Más que suerte, era todo un privilegio. Dos palabras que me dejaban un sabor dulce en la boca, como a pasteis de Tentugal. Los días estaban contados, pero yo aún podía decir esas palabras. 
Y ese era un gusto no me podría quitar nadie.

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