12/10/11

Estaba claro a lo que venía. Y es que su música no dejaba nada a la imaginación, seguía los impulsos de la carne y de ciertos movimientos de cadera. Era animal, como al ritmo que se te acerca una fiera de la selva, lento y a la vez marcando cada paso con un ritmo que deja ver su intención. Y es con esos golpes de bajo con los que me conquistó aquella noche. Estoy totalmente seguro de que de no haber puesto aquel vinilo, ahora no estaría aquí ni estaría escribiendo esto lamentando el irremediable suceso de aquel jueves por la tarde, después de llegar a casa del trabajo, nada más pasar el umbral de la puerta.

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