5/7/12

Veo perros. Se persiguen los unos a los otros, se huelen el trasero, saltan, ladran, sonríen y corren. En realidad, al final, eso es lo natural, lo que llevan haciendo miles de años, y como Milan Kundera compartía, no se cansan nunca de ello. No son como los humanos. Ellos pueden repetir el mismo juego, la misma costumbre eternamente. Porque les gusta, ¿por qué iban a cansarse de algo que les gusta tanto? En eso se parecen un poco los niños pequeños, que te repiten el juego hasta que acabas rendido y diciendo, "bueno, ya vale" y entonces los colocas delante del televisor, que eso los entretiene sin ningún esfuerzo real por nuestra parte, es más cómodo. Pero en realidad eso que ellos hacen es lo natural, lo natural como perteneciente al término "Naturaleza", con mayúsculas, como un orden no escrito pero sin embargo existente en cada partícula del universo.
Y lo antinatural somos entonces nosotros, los que nos cansamos, los que nos privamos de tomar siempre el mismo helado por miedo a cansarnos, los que escuchamos tanto nuestra canción favorita que ya no la volvemos a escuchar nunca más, mientras seguimos diciendo que es nuestra favorita. Y si nos cansamos de las pequeñas cosas de la vida, ¿cómo no cansarnos de La Vida (con mayúsculas)? ¿Cómo no decir "basta"? ¿Cómo no atarnos la soga al cuello o llenar nuestro estómago de treinta y tres pastillas que contienen 600mg de Ibuprofeno? ¿Cómo no empezar a jugar con las drogas, hasta que ellas acaban jugando con nosotros? Y nos esclavizan, y ya no es nunca más una vía de escape a nuestro cansancio sino que nos consumen y nos convertimos en lo más antinatural que existe sobre la faz de la Tierra. Nosotros, primates, consumiendo mezclas químicas que nos destruyen por dentro. Lo más antinatural del mundo. ¿Y del instinto de supervivencia, qué? ¿Qué ha sido de ello? Qué ha sido de querer jugar eternamente al mismo juego, de correr y saltar y brincar y meter nuestros zapatos nuevos en los charcos de barro, de comer golosinas hasta que nos duela el estómago. No, en su lugar nos encontramos yonquis a más no poder, sentados en un parque, hablando solos, bueno, con una tal Ana que no está, pero con la que discuto, a la que canto y hablo. No estoy en condiciones de comportarme como una persona normal pero sí lo estoy para comprar otra cerveza más al chino del carrito, mientras me miran mal unos chicos jóvenes, que se van alejando más y más de mí. Al final, nos encontramos solos en un mar de gente, en medio de una plaza de Madrid en una noche de verano. Y miramos a duras penas a los perros que corren libres, naturales, jugando con otros perros de la plaza, oliéndose el trasero, saltando, ladrando, sonriendo.

1 comentario:

María CN. dijo...

Menudo texto!! hacia mucho que no actualizabas pero a merecido totalmente la pena!
Besos desde http://thegirlwhowasonfire.blogspot.com.es/