La certeza cae como un plomo.
Ver tus calcetines
o tu jersey
o demás vestigios de lo ya muerto
me hacen viajar en contra de mi voluntad
a lugares bajo sábanas
donde cohabitábamos insomnes
donde las guerras no eran de golpes
sino de cosquillas en los pies
donde la sangre no era dolor
sino mejillas rosadas.
El lugar donde las mantas eran nuestro techo
y el techo,
las estrellas.
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